lunes, 7 de septiembre de 2015

Entre dos mundos: el renacer de los Van Guiret

Capítulo 5: Recuerdos olvidados.

Acostada en mi blanda cama, con mis cojines de plumas y seda, estaba nerviosa, expectante por ver cómo se desarrollaría el día. ¡Hoy era mi quinto cumpleaños! Estaba muy ilusionada y esperaba con gran entusiasmo el momento en que Xana entrase por mi habitación y abriese las cortinas, “despertándome” para que comenzase un gran día. Escuché el sonido del pomo girándose. Me arrebujé entre las sábanas. Y las cortinas fueron abiertas.
-       Buenos días señorita. ¡Feliz cumpleaños!
-        Buenos días a ti también Xana, y ¡muchas gracias! ¿Te puedo hacer una pregunta?
-        Claro que sí, pregunte por esa boquita.
-       Mamá me dijo que al cumplir los cinco años, me habría convertido en toda una mujercita, ¿Tú me ves hecha una mujer?
Xana, sonrió. Me encantaba su forma de sonreír, se le formaban dos hoyuelos en las mejillas que la hacían ver muy hermosa y dulce. Me hacía despreocuparme de las cosas.
-       Oh, pues claro que sí. Habéis crecido por lo menos un palmo, de mayor lo más seguro es que seáis una mujer hermosa y alta.
Cómo me encantaba esa mujer. Me dio un largo y agradable baño, con agua caliente y burbujas y con mucha espuma. Terrible error. El baño acabó siendo lo que sería una batalla de espuma entre la princesa y su leal sirvienta. Luego me puso un precioso vestido color crema, y me hizo una trenza. Una vez arreglada, me fui a jugar con mi mejor amiga. Era muy especial y guapa. Su cabello era dorado y sus ojos celestes. Éramos muy buenas amigas y jugábamos a todas horas. Más tarde se unió mamá. Estuvimos toda la mañana jugando pero al medio día me arrancaron de mi vida de juegos y me tuvieron encerrada toda la tarde en mi habitación, pues decían que debía descansar para la noche, ya que vendrían personajes nobles de todos los lados del mundo.

A la puesta de sol, Xana volvió a entrar a mi cuarto para repetir todo lo que hizo esa misma mañana. Me bañó y vistió, pero este vestido era especial, muy especial. Era de color magenta oscuro, mostraba la mitad de mi pecho, pues el vestido mostraba mis hombros, aunque era de manga larga. Lo que hacía al vestido hermoso era su sencillez, pues simplemente llevaba un cinturón fino con un lazo detrás y unas costuras a los costados. Luego me peinó, me peinó mi cabellera ondulada y me puso una cinta con un pequeño lazo en el cuello. He de reconocer que estaba guapa. De repente de improviso, entró un niño bastante guapo con el pelo negro azabache. Éramos muy buenos amigos, y esperaba que en un futuro algo más.
- ¡Muchísimas felicidades, Sora! – Decía mientras me daba un abrazo – Te he traído un regalo.
- ¿Qué es? ¡Qué ilusión!
El pequeño regalo estaba envuelto con unos pétalos de los jardines de palacio. Lo abrí. En su interior había una moneda ligada a una cadena. ¿Una moneda? Que regalo más extraño…
- ¿Te gusta? Lo he hecho para que siempre te acuerdes de mí, y de nuestro mundo.
- Sí. Mucho. Muchas gracias. Pero tranquilo, nunca pienso olvidarme de este mundo y mucho menos de ti.
- ¿Quieres que te lo ponga? – Decía mientras se le sonrojaban las mejillas.
- ¡Sí, por favor! – Gritaba muy contenta, ¡tenía un regalo de Zero!
- Ya tienes 5. Ahora ya puedes jugar conmigo. - le saqué la lengua.
- Ja ja, qué gracioso, si tú solo tienes 7. - reímos

Zero se despidió, dijo que tenía que controlarlo todo, que tenía que protegerme. Unos minutos más tarde, Xana me puso mi máscara, pues mi fiesta de cumpleaños era de disfraces y salí junto a ella. Si el salón ya era precioso, con todas las decoraciones, mesas con deliciosos manjares, una gran orquesta y todas aquellas personas vestidas elegantemente, lo era mucho más. La decoración era estupenda, elegante y refinada, pero también con un gusto infantil, en honor a la homenajeada. Tenía ganas de gritar, bailar y reír; pero sabía que por mi status no debía hacerlo. Salí al jardín en busca de mis padres. Los vi a lo lejos y me acerqué. Los dos estaban preciosos con sus máscaras, la de papá era azul y la de mamá color salmón. No recuerdo con claridad sus vestimentas. Me dieron un gran abrazo, y después de eso, una enorme caja. Estaba deseosa por abrir el regalo de mis padres. Lo abrí, y en su interior había un unicornio, ¡un unicornio!
- Lo llamaré Vostok. – Dije con una sonrisa de oreja a oreja.
Pero pasé de la alegría a la angustia. Empezaron a salir de todas partes seres monstruosos. Aparecieron Idras, las cuales se parecían a un pulpo o un calamar porque sus nueve cuellos eran parecidos a los tentáculos; dragones, estos con una sola chispa de sus llamaradas podían incendiar un pueblo entero; elementales de tipo fuego y tierra, es decir, fuerzas que controlan el fuego y la tierra, y muchos más seres que no pude ver pues el dueño del colgante que llevaba en mi cuello, me llevó corriendo hasta un sitio oscuro y cerrado. No veía nada, pero si oía. Era espantoso, gritos de auxilio… rugidos de fieras…llantos…gritos de dolor y terror… Vostok… Xana… mamá y papá… 

Me desperté sobresaltada y sudada. Seguía en la cama de mi gran cuarto. Qué sueño más extraño. Y real. Decidí ir a la cocina a beber un poco de agua, el agua y caminar me iría bien, ese sueño me había desvelado. Cuando entré en la cocina me topé con Zero. Me avergoncé, pues iba con la camisola de hilo fino que me puse para dormir la primera noche aquí, pero sobre todo por él. No llevaba camiseta, iba más sexy que nunca.
 - ¿No puedes dormir?
 - No, tuve una pesadilla, ¿y tú? – Mientras hablaba, no pude evitar hacer una revisión de su cuerpo de arriba abajo.
- No. ¿Qué has soñado? ¿Por fin te mirabas al espejo y te asustabas?
- Eres un idiota. – Y con esas palabras me dirigí hacia fuera. Pero se levantó, me cogió de la muñeca y me paró.
- Espera. Lo siento. Vamos, cuéntame sobre que iba tu pesadilla.
No podía resistirme a esa cara, así que nos sentamos a la mesa, uno enfrente de otro. Se lo conté todo muy detalladamente. Mientras, él se iba poniendo tenso, o en algunas ocasiones sonreía.
- No te preocupes, los sueños, sueños son. Seguramente soñaste eso por la emoción de estar aquí, son demasiadas cosas nuevas en tu vida.
- Ya, pero este era muy real. Además ¿cómo explicas lo de mi colgante? No sé el porqué era tan importante para mí, pero ese día en el callejón cuando lo cogiste sentí que te llevabas una parte de mí junto con Quimera. Parecía sorprendido.
- Lo-lo siento mucho Sora. – En ese momento me cogió la mano – Pero era necesario.
Justo en el momento más oportuno apareció Xana.
- ¡Señorita! ¿Estáis bien?, ¿Os encuentráis mal? – Parecía realmente angustiada- No podía dormir, y decidí pasear por el palacio, y cuando pasé por vuestro cuarto vi la puerta abierta, sin nadie en el interior.
- Estoy bien Xana, no te preocupes.
- No le ocurre nada, solamente tenía ganas de verme y salió en mi busca – Decía guiñándome un ojo.
- ¡Zero! No digas esas cosas, es la princesa de la que estás hablando.
Me puse colorada. Ese estúpido engreído egocéntrico.

- Déjalo, que piense lo que quiera, yo no fui la primera que fue en busca de nadie – Y me levanté quitando mi mano entrelazada en la de él – Te acompaño a tu cuarto Xana, buenas noches, Zero.

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