lunes, 31 de agosto de 2015

Entre dos mundos: el renacer de los Van Guiret

Capítulo 3 – Una nueva vida

Al entrar todos los ojos de los asistentes se posaron en mí. La habitación a la que entré era un gran salón, estaba decorado con pocas cosas, pero qué cosas. Una alfombra de lino roja conducía hasta un enorme y precioso trono de marfil. Había unos enormes ventanales, en uno de ellos pude apreciar que había un balcón. Estos ventanales estaban decorados con hermosas cortinas de seda. En el gran salón había tres mujeres y un poco de servicio. La primera mujer, la que estaba más cerca de mí, era fornida. Tendría sobre los 50 años, en su cara se mostraba la dulzura de una mujer buena y bondadosa. Llevaba un vestido color pastel, con un delantal de hilo fino. No era la señora de la casa, pero tampoco una humilde criada. La segunda mujer, bueno mejor dicho chica, pues tendría mi misma edad, era preciosa. Llevaba un vestido color zafiro, que le caía hasta los p



ies. Su pelo de color dorado, caían sobre sus hombros. Y sus ojos color celeste, mostraban la bondad. En ese momento me habría atrevido a decir que era un ángel. La tercera mujer, era también hermosa pero su mirada no me inspiraba confianza. No sabría decir cuántos años tenía, pues su cara no tenía ninguna arruga pero sus manos estaban marcadas y desgastadas.  Miré a Zero, me gustaba mirarlo y sentir que me protegía. Pero en ese instante su mirada estaba perdida. Estaba serio, es más diría que angustiado. Tenía pensado cogerle la mano, pero apareció de una puerta un bello y gran unicornio de color blanco.
-       Vostok – susurré.
¿Por qué sabía el nombre del animal? ¿Por qué al verlo me dio un vuelco el corazón? No sabía el porqué de nada, pero quería abrazarlo y no soltarlo nunca.  Mis piernas reaccionaron por mí, e inmediatamente corrieron hacia el animal. Extendí los brazos y lo abracé. Vostok parecía también estar feliz, apaciguado por ver a su dueña después de tantos años. Abrazada a él, parecía que nada malo me iba a suceder, era como estar en casa. De repente aparecieron en mi cabeza unas imágenes mías de pequeña con un pequeño Vostok recién nacido, mi regalo de cinco cumpleaños…
-       ¡Señorita! – gritaba la mujer más mayor.
Dirigí mi mirada hacia ella, y en un visto y no visto me vi encerrada entre sus brazos, mientras soltaba palabras de afecto y cariño.
-       Bueno, ya basta Xana, la vas a asfixiar.
Estas palabras fueron dichas por la chica de cara angelical, en el momento que Xana me soltó ella también me daba un largo abrazo.
-       Hola Sora. Probablemente no te acuerdes de mí, soy Clíope, antes éramos grandes amigas. Estoy contentísima de que estés de vuelta, te hemos echado todos mucho de menos.
Al soltarme, la mujer no tan joven se acercó.
-       Princesa, me alegro de que volváis a formar parte de nuestro mundo. Yo soy Nazka, la mayordoma y consejera real. Sus padres confiaban mucho en mí, por favor no dudéis vos en hacer lo mismo cuando lo preciséis.
-       E-encantada, y no me gustaría ser descortés ni nada de eso pero, ¿estáis seguros que yo soy esa princesa de la que tanto habláis? Soy solamente una chica normal, de un mundo normal.
-        ¡Oh! Pues claro que sois vos la princesa, señorita, yo la he cuidado personalmente desde que nacisteis hasta que os marchasteis. Nunca podría olvidarme de vuestra cara. Además esos ojos… Los mismos ojos que vuestra madre.
-       ¿Quieres probar tu mullido trono? – Decía la tal Clíope.
-        Eh, de acuerdo.
Estaba en estado de shock. Así que obedecí y me senté en lo alto del trono. Todos me miraban. Odio cuando me miran. Me gusta pasar desapercibida. Necesitaba la mirada de alguien de confianza, aunque no lo conocía mucho, él fuese un estúpido arrogante conmigo y solo discutiésemos, necesitaba saber que él estaba ahí. Su sola presencia me tranquilizaba. Era algo difícil de explicar. Pero sentía que podía confiar en él. Giré mi vista hacia donde él estaba. Lucía tan guapo. Me miró, al principio serio, luego me sonrió con un leve alzamiento de su comisura labial y después de eso se marchó.
-       Señorita, deberíais descansar. Seguramente ha sido un viaje muy pesado para vos. Los viajes por agujeros siempre son dolorosos.
Hasta ese momento no me había percatado de lo cansada que estaba. En un solo día había corrido para escapar de un monstruo, caído desde tres metros hasta el suelo y caminado durante dos horas hasta la ciudad. Y además me habían dado la increíble noticia de que yo era la soberana de todo este mundo, cosa que aún me costaba asimilar. Así que me despedí de Clíope y Nazka, y seguí a Xana hasta una puerta enorme. Me condujo por los pasillos del gigantesco castillo hasta alanzar otra puerta, esta un poco más pequeña.
-       Ya hemos llegado a su habitación – Decía mientras abría la puerta.
Me quedé paralizada, la habitación era enorme. Se podría decir que igual de grande que mi casa en la Tierra. La habitación era presidida por una cama amplia, la cual parecía muy blanda y reconfortante. A la izquierda había un enorme ventanal, lo que era de agradecer pues permitía la entrada de gran cantidad de luz y brisas frescas. A la derecha un vestidor lleno de vestidos, zapatos y joyas. La habitación también disponía de una mesita de madera blanca con dos sillas a juego con esta. Y por último cerca del vestidor se hallaba un tocador con un espejo. Estaba armado de peines, cepillos, maquillaje, perfumes, cremas, ungüentos…
 Xana me llevó por toda la habitación, y me condujo hasta el baño. En este había una bañera llena de agua caliente. Allí me dijo:
-       ¿Preferís desnudarse vos o la desnudo yo?
¿Desnudarme? ¿Pero esta tía que pensaba hacerme?
-       Perdona, ¿desnudarme?
-       Sí, para bañarla. – parecía perpleja por mi pregunta.
-       Oh, no hace falta usted váyase, ya me las apañaré yo sola.
Prácticamente la eché de allí. Menuda situación más incómoda. Cerré la puerta y di gracias por estar sola. Tenía demasiadas cosas en la cabeza. Esta estaba a punto de explotar. Era hora de relajarse y no pensar en nada. Había sido un día demasiado duro e intenso. Me bañé. Cogí una camisola que encontré en el vestidor y me metí en la cama. Todo esto no podía ser real, princesa de Casia … Mis parpados se iban cerrando… Una nueva vida…



viernes, 28 de agosto de 2015

La voz dormida

La voz dormida de Dulde Chacón rescata la memoria de las mujeres que perdieron la guerra y sufrieron doblemente, pues además de perder la guerra también perdieron los derechos que acababan de ganar. Así, la autora para poder hacer el libro se basó en las conversaciones con historiadores y mujeres que sufrieron lo mismo. De las historias que le contaron estas mujeres, Dulce Chacón tuvo que suavizar los testimonios porque era un horror que no podía soportar la gente. Aunque, en nuestra opinión, el libro muestra a la perfección la vida decadente de la cárcel de mujeres, tanto que al leer te mimetizas con ellas y sientes el dolor que ellas debieron sufrir. Al mismo tiempo, te enseñan que la dignidad, lealtad hacia sus compañeras y los ideales siempre deben permanecer intactos.

Aquí os dejamos la sinopsis del libro:
Un grupo de mujeres, encarceladas en la madrileña prisión de Ventas, enarbola la bandera de la dignidad y el coraje como única arma posible para enfrentarse a la humillación, la tortura y la muerte. Pocas novelas podemos calificar como imprescindibles. La voz dormida es una de ellas porque nos ayuda a bucear en el papel que las mujeres jugaron durante unos años decisivos para la historia de España. Relegadas al ámbito doméstico, decidieron asumir el protagonismo que la tradición les negaba para luchar por un mundo más justo. Unas en la retaguardia y las más osadas en la vanguardia armada de la guerrilla, donde dejaron la evidencia de su valentía y sacrificio.

La novela, publicada en 2002, tuvo tal revuelo que incluso se llevó a la gran pantalla. Las dos protagonistas Hortensia y Pepita son interpretadas por Inma Cuesta y María León respectivamente. Estas dos actrices, desde nuestro punto de vista, representaron a la perfección a ambos personajes, al igual que el resto del elenco.

Aquí os dejamos el trailer, pero eso sí, ¡primero leed el libro!



Si lo que queréis es un libro que enganche, que indigne por los sucesos que leéis y que haga llorar hasta la saciedad, ESTE ES EL LIBRO.

jueves, 27 de agosto de 2015

Entre dos mundos: el renacer de los Van Guiret

Capítulo 2 – Un mundo mágico, Casia

            El aterrizaje fue bastante doloroso. Caí de lado, por lo que amortigüé todo mi peso con mi brazo derecho. Genial. Esperaba que no trajese consecuencias peores, aunque el enorme moratón que poco a poco se daba paso en mi piel, tintándola de un color grisáceo (que por cierto destacaba mucho en mi tez) indicaba lo contrario. Pero todo el dolor que sufrí por el impacto contra el suelo se disipó (al menos momentáneamente) al levantar la mirada  y comprobar que estaba en un lugar maravilloso. A diferencia de la ciudad, todo el paisaje estaba inundado de colores preciosos. A mí alrededor se encontraban numerosas flores de diferentes tamaños,  formas extravagantes e inimaginables, colores y aromas. Era un olor armonioso, fino, dulce. Me recordó a cuando mi madre realizaba velas aromáticas, de esas que te cautivan y convierten cualquier lugar en uno especial, en uno sereno y tranquilo. Un espacio propio por su olor.
Un poco más a lo lejos había árboles de gran tamaño, corpulentos, cuyos tallos leñosos a primera vista eran ásperos. No sé ni cómo ni porqué, me encontré corriendo hacia ellos, presa de la curiosidad que me embargaba, y acariciando la corteza de estos que, para mi sorpresa, eran suaves y agradables, como el algodón, pero resistentes y duros cual roca, a la vez. El sol no podía ser visto debido al gran follaje y altura de los árboles, lo que provocaba que estos en su propio mecanismo de supervivencia desarrollasen grandes hojas por las que poder captar cualquier rayo que atravesase la frondosa flora. Había infinidad de plantas, muchas de ellas desconocidas para mí, que impedían al sol bañar el suelo, cuya consecuencia había sido este ambiente húmedo y fresco. No hacía calor, se estaba a gusto. No obstante, pequeños rayos conseguían superar tales obstáculos y otorgaban la suficiente luz como para poder contemplar el paisaje. Parecía todo sacado de mis sueños de hadas. Al norte, muy a lo lejos, se podían vislumbrar, unas enormes setas (o eso parecían), setas que estaba deseando ver de cerca.
-       Bonito ¿eh?
Asentí. Aquello era precioso. Nunca habría imaginado poder estar en un lugar tan mágico.
-       Y… ¿dices que yo soy la princesa de todo esto?
-       Así es, una cría dueña de un mundo tan especial.
¡Oh Dios! Me tenía harta. Nos acabábamos de conocer y ya se consideraba superior a mí. Por su apariencia no tendría muchos más años que yo.
-       ¿Puedes hacer el favor de dejar de repetir “una cría”? Me cansas. Yo no te obligué a meterme en ese estúpido agujero, ni tampoco a ir a por mí. Así que haz el favor de llevarme a donde tengas que llevarme y ninguno de los dos tendrá que soportarse más.
Soltó una carcajada. El muy idiota se reía de mí. No lo aguantaba. Aunque muy en el fondo sentía como si ya hubiese vivido situaciones así. Me era muy familiar su forma de hablar. Por raro que suene, me sentía cómoda, como si fuésemos amigos.
-       ¡Estás muy graciosa cuando te enfadas! Pero tienes razón será mejor que vayamos al palacio.
Durante el trayecto no me dirigió la palabra, ni siquiera me miraba, tan solo andaba delante de mí y me conducía hacia lo que sería mi destino. Tampoco contestaba a todas mis incansables preguntas. Lo siento, soy curiosa por naturaleza. Tenía que hacerlo. Aunque de nada sirvió. Así que decidí disfrutar del paisaje. Pude ver un enorme lago, cuya agua era cristalina y dejaba al descubierto a los seres que lo habitaban. No pude reconocer a ninguna especie, puesto que no se asemejaban a los de la Tierra. Este mundo era totalmente extraño para mí. Presencié lo que debían ser animales, hermosos, y seres mágicos que había visto en los libros de fantasía o mitología que tanto me gustaban leer, como duendes, gnomos y leprechaunts. Todos me miraban de reojo y cuchicheaban. A Zero parecía que no le gustaban mucho. Pero no sabría decir si su expresión de recelo era debido a ellos mismos o a los comentarios que pronunciaban.
Cuando nos íbamos acercando más al pueblo pude apreciar que aquellas setas que vi al principio no eran setas, sino ¡casas! Eran preciosas. Los tejados estaban hechos con hierba. En la estructura había escaleras de hierro de forma ondulada. La puerta era redonda. Y todas estaban rodeadas por unos magníficos jardines. Por fin llegamos a la entrada del pueblo y este estaba aislado, solo se percibía el sonido de los animales en el interior del bosque, y esos seres mágicos. Le pregunté a Zero el porqué de ese silencio, pero me miró con cara de pocos amigos y me ordenó que lo siguiera. Cada vez íbamos adentrándonos más en la ciudad, y se iban percibiendo grandes gritos y jolgorios de una enorme multitud. Llegamos a un gran puente, y me quedé perpleja, al otro lado había muchas personas, chillando y vitoreando ¡mi nombre! A lo lejos se distinguía un enorme edificio, un poco más delante las calles estaban adornadas con hermosas flores y parecía que las gentes se habían vestido con sus mejores galas. Al parecer lo que Zero dijo era verdad, me esperaban. Al atravesar el puente, nos encontramos con una pasarela, rodeados por la multitud eufórica. Zero debió notar mi nerviosismo, pues me agarró de la mano, como intentando darme fuerzas. En todo el trayecto era la primera vez que lo notaba cercano.
Comenzamos a caminar por la pasarela en la cual, en ambos lados, había una hilera de árboles cuyas hojas eran suaves y de color rosa, parecidos a los pétalos de las flores de los cerezos japoneses, pero al mismo tiempo tan distintos, puesto que estos no presentaban la típica zona blanquecina central sino que eran totalmente rosados. Esta, nos dirigía hacia un edificio enorme, el que anteriormente había vislumbrado. No. No podía ser, no era un edificio era un palacio, pero no uno cualquiera, era como el típico de un cuento de hadas. No penséis que por ello tenía imagen infantil ni mucho menos. Dios mío, era enorme y hermoso. Era la belleza personificada en cimientos. Era todo blanco. Desde donde estaba no podía apreciar si era mármol u oro blanco lo que formaba las paredes de aquel, pero lo que si podía distinguir eran las ventanas con forma ovalada y rejas doradas. En la parte más alta había una serie de estatuas talladas, creo que serían  elfos o hadas, Zero me dijo que habían sido los guardianes de sus majestades, que habían protegido durante toda su vida el palacio y a sus soberanos. Y justo en el centro había una piedra azul, un zafiro seguramente, pero era extraño, me hipnotizaba, me transmitía calor. A la entrada había una serie de arcos de mármol blanco, con pequeñas inscripciones en una lengua que me resultaba familiar, pero no lograba recordar porqué. Los arcos nos condujeron a la puerta del palacio. Era una puerta robusta de madera color caoba y con grandes cerrojos bañados en oro blanco. Decidimos entrar en él. 
Nunca me habría imaginado que podría ver y existir una cosa tan bella y maravillosa. El interior estaba decorado con gran exquisitez, las paredes eran de un rosa apagado, que transmitía paz y serenidad, todas las ventanas estaban adornadas de seda rosa que brillaban con el reflejo del sol. Los muebles eran de una madera dura y fuerte, que olía como el bosque, era una aroma tan agradable, según me iba explicando Zero, estaban tallados a mano, por el carpintero Orkney, el cual se aislaba de la población y solo se centraba en el arte y la sabiduría.
Llegamos a una gran sala, estaba medio vacía, apenas había muebles, pero lo que me sorprendió fue ver el retrato de una mujer, cuyos ojos eran del mismo color que los míos y brillaban como los míos esta misma mañana. Qué raro, me recordaba a alguien, me era familiar, no sé por qué pero me transmitía confianza. Zero debió de notar que me quedé parada mirando fijamente el retrato y rápidamente me dijo:
-       No te entretengas con eso, ya tendrás tiempo de ver el palacio- dijo un poco nervioso.
-       ¿Quién es ella?
No me contestó, siguió andando hasta una gran puerta. Los soldados que la resguardaban la abrieron de par en par, no sabía qué habría tras ella, pero me armé de valor y entré en la habitación.



miércoles, 26 de agosto de 2015

Trucos con el papel

Todos y cada uno de nosotros hemos manchado, mojado, rasgado y, en resumen, estropeado las hojas de los libros de cualquier cosa. Pues bien, aquí os dejamos algunos trucos para dejar los objetos tal y como estaban desde el principio.

*Humedad: A los libros que se encuentran en una casa muy húmeda, o que han caído por descuido al agua, se les pegan las hojas. No hay que intentar despegarlas, se pueden romper. Para que no pase eso debemos colocar el libro en el horno, apenas caliente (no más de 3 en el termostato) donde se secará solo, permitiendo que las hojas se despeguen sin dificultad.

*Manchas de grasa: Espolvoread el papel manchado con almidón en polvo. Dejad actuar toda una noche, y cepillad delicadamente con un cepillo suave. (Esto viene muy bien cuando manchas uno de tus libros favoritos con mostaza... -.-')

*Desgarro de las páginas: Para volver a colocar las páginas rasgadas de un libro, normalmente, nuevo, lo que debemos hacer es: poner un poco de cola en el interior del lomo de este, colocar las páginas una a una teniendo cuidado de ponerlas bien alineadas. Una vez puesto esto, limpiaremos los restos de pegamento y pondremos el libro en cuestión debajo de un montón de libros más pesados. Transcurridas 3 horas ya podremos abrir el libro.

Si queréis saber más cosas sobre como arreglar objetos, os informamos que esta información ha sido sacada de "Diccionario general de habilidades" de Laura Fronty. En él aparecen todo tipo de explicaciones sobre como tratar los objetos rotos, el uso de la comida, trucos de belleza y mucho más.

En nuestra vida cotidiana, nos enfrentamos frecuentemente a pequeños retos a la hora de desarrollar el trabajo doméstico y de prestar el cuidado adecuado a nuestro cuerpo.
El Diccionario general de habilidades se encarga de allanarnos el camino en todos esos problemas. Basta una consulta puntual para obtener una información práctica que ignorábamos o que tal vez habíamos olvidado.

martes, 25 de agosto de 2015

Crítica a Flores en la tormenta de Laura Kinsale

Sinopsis: Él era uno de los hombres más brillantes y seductores de la alta sociedad inglesa hasta que la tragedia le condenó a un mundo de silencio y locura; ella, un alma sencilla y generosa que creía en el poder de la redención. Y esta es una de las novelas de amor más hermosas y originales que se hayan escrito.

Desde que fue publicada en Estados Unidos, Flores en la tormenta se ha convertido en una de las historias románticas más elogiadas por crítica y público. Es uno de esos libros que, por la intensidad y la belleza con que logra transmitir los sentimientos, despierta la admiración de las mejores autoras del género. Pero, aún más importante, es una de esas novelas que las lectoras no se cansan de recomendar y que año tras año votan entre sus preferidas... porque para ellas Flores en la tormenta es, realmente, un título indispensable y una joya dentro del género.

Si queréis saber algo más acerca de la autora os dejamos aquí un enlace para conocer todos sus libros y trayectoria literaria. Laura Kinsale. (La página está en inglés)

Comentario
Aunque el comentario que aparezca detrás de nuestro libro parezca demasiado apabullante no miente ni un ápice en lo que dice, ya que es un libro que te impacta desde el primer capítulo y te engancha hasta quedarte dormido.

La acción transcurre en la Inglaterra de 1820, donde sus protagonistas son dos personajes opuestos, Christian, un aristócrata libertino, y Maddy, una joven cuáquera, que por accidente del destino, asistirá al joven en su desgracia.

El libro muestra una historia de amor preciosa e increíble, pues harán frente a todo tipo de obstáculos y se enamorarán en el lugar menos esperado. Christian os enamorará desde el principio y producirá una enorme transformación psicológica. Mientras que Maddy, en mi opinión, es la típica protagonista que muestra el "quiero y no puedo", es decir, realiza cualquier acto de amor como es un beso y al segundo ya le está echando la culpa al otro... Pero, claro, yo odio ese tipo de personajes. Además, en cierto modo esa personalidad viene justificada por su educación como cuáquera (individuo perteneciente a una secta religiosa protestante fundada en Inglaterra en 1648, que carece de culto y jerarquía eclesiástica y defiende la sencillez, el igualitarismo y la honradez). Pero gracias al duque de Jervaulx (Christian) dejará atrás esa posición de amargada, estricta, dejada llevar siempre por lo que Dios le ha deparado.

Un personaje que no es muy relevante en la historia pero que a mi me gustó mucho fue el padre de Maddy, el señor Timms. Matemático que quedó ciego, presentó a su hija al duque y que demuestra que prefiere la felicidad de su hija mucho antes que las normas de la Sociedad de Amigos. 

Por lo tanto, es un libro que recomiendo muchísimo, pues no encontraremos un "príncipe azul" que se recuperará de su desgracia por la gracia del amor, ni una historia irreal, ya que todo se encuentra en el marco de la época y de las diferentes educaciones de ambos. También, es fácil de leer pues, a excepción de algunas palabras, no hay un vocabulario difícil ni la lectura es lenta.

lunes, 24 de agosto de 2015

Entre dos mundos: el renacer de los Van Guiret


Capítulo 1- Un chico extraño

Aún recuerdo como sucedió todo ese miércoles, horas antes de conocer a Zero. Me levanté tarde, como de costumbre. Metí los libros en la mochila arrastrándolos desde mi escritorio, me vestí rápidamente con lo primero que agarré de mi armario: un pantalón vaquero negro y una camiseta blanca básica y por último mis Yumas. Fui al baño, me miré en el espejo. Estaba rara, pero mi aspecto no había cambiado, seguía siendo una chica normal de 17 años, con un extraño pelo castaño con reflejos rojizos, casi parecía pelirroja, con cálidas ondas que resbalaban por mi cara ovalada; y los ojos verdes, aunque hoy tenían un brillo especial, posiblemente porque hacía tiempo que dormía muy bien; mi nariz pequeñita y chata hacía contraste con mis gruesos labios y mis mofletes rosados que me hacían parecer una niña, lo cual detestaba… y encima mi gran altura de 1’54 metros no ayudaba mucho… ¡bah! Chorradas, pensé. Fui corriendo a la cocina a comer algo, siendo más rápida que una liebre me levanté de un brinco y le di un beso a mamá, pero ella me paró y me dio un gran abrazo. En ese momento pensé que le había dado uno de esos momentos esporádicos en los que las madres piensan “que mayor se hace mi niñita”, pero ahora siento que lo hizo de modo de despedida, sí, un gran abrazo de una madre que sabe que es hora de decir adiós a su niñita y decirle hola a la realidad.
Cuando llegué al instituto, todas las chicas estaban reunidas en corritos, cuchicheando y riendo, cómo odiaba que hicieran eso. Me acerqué a mi amigo Mike y le pregunté; él al instante señaló a un chico. Me quedé prendada al verlo. Tenía un hermoso cabello negro azabache, una piel bronceada, y unos ojos enormes color miel que destacaban frente a su pelo, pero se armonizaban con su piel. Tenía una mirada pícara, de esas que te cautivan y no puedes dejar de mirar porque te hipnotizan, pero sobre todo me quede paralizada al ver su rara vestimenta, ¿nadie se había fijado en eso? Llevaba unos pantalones un poco desgastados grises y unas botas marrones que jamás había visto antes, pero dejando al margen su estilo medieval, me percaté en que la camiseta negra con cuello de pico ceñía sus anchas espaldas. Era alto, bueno comparado conmigo muy alto. No solo eso, tenía un cuerpo perfecto, pero sobre todo era extremadamente guapo. Pareció notar mi mirada fija en él, pero en vez de esquivarla, me miró desafiante, como retándome a hacer algo. En el instante en el que aparté la vista, él se acercó a mí, y me pareció escucharle decir “Sígueme”, pero era imposible, sus labios no se habían movido. Lo ignoré, pensé que seguro que había sido mi imaginación, pero el muy cretino me cogió por el brazo, mientras le iba soltando toda clase de insultos, y me llevó en contra de mi voluntad hasta la esquina del instituto. Recuerdo a la perfección sus palabras al parar en la esquina:
-       Te dije que me siguieras, ¿por qué demonios no lo hiciste? No hay que perder tiempo, en poco tiempo será tu coronación. Así que es hora de apresurarse.
En ese instante no sabía si reír o gritar pidiendo auxilio. ¿Coronación? Este tío estaba drogado, borracho, ¡loco! Pero por alguna extraña razón no hice nada, me quedé quieta, muda. Quizás esperaba una explicación a aquello que estaba sucediendo.
-       ¿No piensas decir nada? ¿Te ha comido la lengua el gato? ¡Oh!, es cierto, no sabes nada. Pues bien te lo explicaré rapidito y después nos iremos a Casia. Soy Zero, escolta real y tú, Sora, eres la princesa del mundo Casia, última descendiente de la familia Van Guiret. Y ahora para de comportarte como una cría y sígueme.
¿Yo? ¿Princesa? ¡Sí, claro! ¡Y mi madre es la Sirenita! Cuando por fin pude reaccionar, contesté:
-       No iré contigo a ninguna parte, tú estás loco, majareta, chiflado, y ahora me voy a clase que llego tarde.
-       Aunque debía llevar a una mujer hermosa, y tú no te asemejas en nada a eso…
-       ¡Cretino!
Pero en el mismo momento en el que se puede decir “pío”, la calle empezó a tambalearse. ¡Un terremoto! Debíamos correr hacia un lugar seguro. Ponernos a salvo.
Pero por muy extraño que suene, incluso pensareis que estoy más majareta que el tal Zero, el tiempo cambió. El cielo fue cerrado por unas enormes nubes, apareció un viento gélido y en el fondo de la calle un gran agujero. Si no fuese porque estaba en el suelo y no el cielo, habría afirmado que era una nube de tormenta. Pues era negro, los bordes se iban difuminando con los objetos de su alrededor, y en tales bordes salían rayos despampanantes. De ese extraño agujero salió una bestia horrible. La parte delantera era parecida a la de un león, la posterior a la de un enorme macho cabrío, junto con unas gigantescas alas de dragón. Tenía tres cabezas, de león, dragón y macho cabrío. Empecé a gritar y a llorar, y me quedé paralizada por el miedo. Mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo, ¡era imposible que existiese una cosa así! Giré inmediatamente la cara hacia Zero, el cual se mantuvo firme y maldijo algunas palabras inteligibles, supuse que estábamos en un grave peligro. Comencé a temblar, mi cuerpo no me respondía, intentaba huir, pedir ayuda, pero nada. Zero me miró, supongo que se dio cuenta de mi situación de pánico porque, casi sin darme cuenta, me volvió a coger del brazo, y me obligó a correr. Me llevó hacia un callejón, dónde parecía que buscaba desesperado alguna cosa. Cada vez se oían más los estruendos de la bestia. Se estaba acercando, se nos agotaba el tiempo. Zero estaba empezando también a temblar, no paraba de meter sus manos en sus bolsillos y en la mochila que llevaba. Cuando creí que era el fin, Zero pareció encontrar lo que ansiaba buscando
-       Cogeré este palo, y esto también me será muy útil. – Decía mientras arrebataba de mi cuello una moneda de plomo que llevaba a modo de collar.
-        ¡Eh! ¿Qué haces? ¡Eso es mío, ni se te ocurra utilizarlo!
-       ¡Cállate pesada!
Después de decir eso puso mi moneda en la punta del palo, y cuando apareció la bestia se lo lanzó. El enorme monstruo se desplomó en el suelo, como si le hubieran lanzado una gran lanza y no un simple palo con una moneda.
-        No debemos permanecer mucho tiempo aquí, el plomo, junto con el palo se ha fundido con su ardiente respiración, solo lo adormecerá durante media hora.
-       Pero… ¡¿Qué era esa cosa?! Y, ¿por qué nos perseguía?
-        Estúpida inculta – refunfuñaba mientras me sacaba del callejón- Ese monstruo es llamado Quimera, y a mí no me perseguía. Solo a ti, ¿no has prestado atención a nada de lo que te he dicho? Tú eres la princesa, el último legado… ¿Lo captas?
-        Pero…
-        ¿Solo sabes preguntar o quejarte? – Decía mientras sacaba del bolsillo del pantalón un anillo con una rosa- Empezó a dibujar un círculo en el aire, y apareció un agujero idéntico al del que salió la bestia llamada Quimera.
-        Oye, ¿Qué haces?, ¿Qué es eso?
Y sin opción a preguntar nada más, me empujó hacia adentro.




Entre dos mundos: el renacer de los Van Guiret

De hoy en adelante, cada lunes y cada jueves (siempre que nos sea posible, pedimos perdón por adelantado si en alguna ocasión no cumplimos con nuestra palabra)será desvelado un capítulo de la historia de nuestra querida amiga, Sora, cuyo título es: Entre dos mundos: el renacer de los Van Guiret Os pedimos que nos acompañéis a nosotras y a nuestros protagonistas en esta increíble aventura.


Prólogo

Perseguida por aquellas extrañas hadas, ahora convertidas en monstruosos seres, yo, Sora, corría a lomos de mi querido amigo, Vostok, por los senderos de ese mundo insólito en el que me introduje hace unos meses. Ya, sin aliento, me metí en una de las casas que rodeaban la zona, la más alejada, di por hecho que estaría vacía, pues lo más seguro es que los habitantes de mi querida y pequeña aldea estuviesen en la fiesta de mi coronación. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, pude ver cómo estaba estructurada, era idéntica a todas aquellas que había visitado, idéntica a la de mi buena amiga Clíope. Un sollozo me invadió al recordarla. Me obligué a contener las lágrimas, debía buscar un lugar seguro donde pensar cómo escapar. No era tiempo de andarse con cosas del pasado. Sin embargo, no pude evitar recordar todo lo que había pasado, cómo en poco tiempo había cambiado mi vida, pasando de la nada a ser soberana de Casia. Y me concedí el privilegio de vagar esa noche por mis recuerdos...



lunes, 17 de agosto de 2015

El libro que nos demostró que no se debe juzgar un libro por su portada


Seamos sinceros/as, ¿quién en su sano juicio se compraría un libro con una portada que parece sacada de la librería de la Barbie?. 

Pues bien, tampoco fue nuestro caso. Este libro lo acogí en mi habitación por un impulso de compasión y pena.¡Correcto! Soy como las típicas personas que tienen a miles de perros de otros en su casa, pero, en este caso, hablamos de libros.

El hechizo del halcón y yo nos conocimos una tarde en casa de mi abuela, en el caso de Nerea más tarde. Mi tía estaba haciendo limpieza de armario y mientras se debatía entre si tirar su único vestido (el de las bodas, bautizos, comuniones, cumpleaños, fiestas y despedidas de soltera) y una sudadera de los Chicago Bulls con más pelotillas que el vestido de boda de mi madre, ya había desechado una gran cantidad de libros.

Justo en ese momento, aparecí por el filo de puerta cual príncipe valeroso y poderoso (salvo que en vez de ir montada sobre un hermoso corcel, llevaba a mi primo a cuestas...). Y ahí lo vi, bajo El alquimista y Hannibal. Prácticamente pedía auxilio. Pero estuve a punto de abandonarlo, no se podría decir que fuese una niña de 14 años muy amante del color rosa. Sin embargo, no puede dejarlo a su suerte y que acabase como miles de otros libros tirados a la basura, arrugados, rotos, vendidos al mejor postor.

De esa forma, llegue a mi casa más contenta que nunca, cargada de libros ¡y sin soltar un euro! Me bebí todos los libros en menos de una semana, y llegó el turno de nuestro libro. Fue un libro que me captó desde la página uno a la última, nunca lo podría haber adivinado.
Más tarde, mi querido "cursilibro" se convirtió en el favorito de mi colección, tanto que lo iba recomendando a todas y cada una de mis amigas, a las cuales les dejé el libro y me miraron con cara de incredulidad al ver la portada. ESTABAN CIEGAS SI NO VEÍAN LO QUE VALÍA. Pero cada una que me lo iba devolviendo, afirmaba lo mismo que yo: Era, es y será un libro fantástico.


Toda esta parafernalia tiene un motivo. Y uno muy importante. Este blog principalmente lo hemos creado para demostrar lo maravillosa que es la lectura. La magia que tiene cada página que se lee, pues te hace soñar con lo imposible e inalcanzable. Por eso mismo, decidimos crear el nuestro propio donde se refleja ese mundo en el que nos encantaría vivir. Esa historia de amor que a muchas nos gustaría vivir. Con el chico malo que te cuidaría hasta su muerte. Villanos. Sentimentalismo. Acción. Lucha y batallas. Y sobre todo, ilusión, ya sea la nuestra propia por que no se quede en un simple recuerdo de dos buenas amigas y lo lea más gente, o bien por la propia ilusión del lector por que suceda todo lo que espera de la historia.


El libro está escrito por Nerea González Gallardo, que subirá, como yo, una experiencia importante con un libro, y por mí, Andrea Pérez de Tudela Gil. Además, está ilustrado por Andrea González Gallardo, quién, como iréis viendo, reflejará a la perfección esas imágenes que se crearán en nuestras cabezas.

Con todo esto, os invitamos a entrar al increíble mundo de Casia y a enamoraros de los líos y engaños de Sora, Zero, Nazka, Clíope, Arquímeda y el resto.

Zero thoughts

Desde que estás
todo cambia de color
tiene un matiz más:
desde que estás
cambian los sonidos:
están llenos de tu voz 
desde que estás
los bosques y los árboles 
huelen a ti
desde que estás
toco el mundo
un mundo completo
y único

Kapuscinski