Capítulo 1- Un chico extraño


- Te
dije que me siguieras, ¿por qué demonios no lo hiciste? No hay que perder
tiempo, en poco tiempo será tu coronación. Así que es hora de apresurarse.
En ese instante no sabía si reír o gritar pidiendo
auxilio. ¿Coronación? Este tío estaba drogado, borracho, ¡loco! Pero por alguna
extraña razón no hice nada, me quedé quieta, muda. Quizás esperaba una
explicación a aquello que estaba sucediendo.
- ¿No
piensas decir nada? ¿Te ha comido la lengua el gato? ¡Oh!, es cierto, no sabes
nada. Pues bien te lo explicaré rapidito y después nos iremos a Casia. Soy
Zero, escolta real y tú, Sora, eres la princesa del mundo Casia, última
descendiente de la familia Van Guiret. Y ahora para de comportarte como una
cría y sígueme.
¿Yo? ¿Princesa? ¡Sí, claro! ¡Y mi madre es la Sirenita! Cuando por fin pude
reaccionar, contesté:
- No
iré contigo a ninguna parte, tú estás loco, majareta, chiflado, y ahora me voy
a clase que llego tarde.
- Aunque
debía llevar a una mujer hermosa, y tú no te asemejas en nada a eso…
- ¡Cretino!

Pero por muy extraño que suene, incluso pensareis que estoy más majareta que el tal Zero, el tiempo cambió. El cielo fue cerrado por unas enormes nubes, apareció un viento gélido y en el fondo de la calle un gran agujero. Si no fuese porque estaba en el suelo y no el cielo, habría afirmado que era una nube de tormenta. Pues era negro, los bordes se iban difuminando con los objetos de su alrededor, y en tales bordes salían rayos despampanantes. De ese extraño agujero salió una bestia horrible. La parte delantera era parecida a la de un león, la posterior a la de un enorme macho cabrío, junto con unas gigantescas alas de dragón. Tenía tres cabezas, de león, dragón y macho cabrío. Empecé a gritar y a llorar, y me quedé paralizada por el miedo. Mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo, ¡era imposible que existiese una cosa así! Giré inmediatamente la cara hacia Zero, el cual se mantuvo firme y maldijo algunas palabras inteligibles, supuse que estábamos en un grave peligro. Comencé a temblar, mi cuerpo no me respondía, intentaba huir, pedir ayuda, pero nada. Zero me miró, supongo que se dio cuenta de mi situación de pánico porque, casi sin darme cuenta, me volvió a coger del brazo, y me obligó a correr. Me llevó hacia un callejón, dónde parecía que buscaba desesperado alguna cosa. Cada vez se oían más los estruendos de la bestia. Se estaba acercando, se nos agotaba el tiempo. Zero estaba empezando también a temblar, no paraba de meter sus manos en sus bolsillos y en la mochila que llevaba. Cuando creí que era el fin, Zero pareció encontrar lo que ansiaba buscando
- Cogeré
este palo, y esto también me será muy útil. – Decía mientras arrebataba de mi
cuello una moneda de plomo que llevaba a modo de collar.
- ¡Eh!
¿Qué haces? ¡Eso es mío, ni se te ocurra utilizarlo!
- ¡Cállate
pesada!
Después de decir eso puso mi moneda en la punta del palo,
y cuando apareció la bestia se lo lanzó. El enorme monstruo se desplomó en el
suelo, como si le hubieran lanzado una gran lanza y no un simple palo con una
moneda.
- No
debemos permanecer mucho tiempo aquí, el plomo, junto con el palo se ha fundido
con su ardiente respiración, solo lo adormecerá durante media hora.
- Pero…
¡¿Qué era esa cosa?! Y, ¿por qué nos perseguía?
- Estúpida
inculta – refunfuñaba mientras me sacaba del callejón- Ese monstruo es llamado
Quimera, y a mí no me perseguía. Solo a ti, ¿no has prestado atención a nada de
lo que te he dicho? Tú eres la princesa, el último legado… ¿Lo captas?
- Pero…
- ¿Solo
sabes preguntar o quejarte? – Decía mientras sacaba del bolsillo del pantalón
un anillo con una rosa- Empezó a dibujar un círculo en el aire, y apareció un
agujero idéntico al del que salió la bestia llamada Quimera.
- Oye,
¿Qué haces?, ¿Qué es eso?
Y sin opción a preguntar nada más, me empujó hacia
adentro.
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